Humala un síntoma o un milagro?
Mucha gente cree que Humala puede ser el presidente del cambio! El que por fin terminará con la corrupción, el racismo y la discriminación en el Perú. Ven en el a un patriota, a un hombre de orden y principios, dispuesto a pelearse con la oligarquía y contra el status quo a fin de solucionar los problemas profundos del Perú.
Muchos creen que Humala es parte del nuevo giro que Sudamérica esta dando hacia la izquierda y que podría importar este nuevo movimiento político hacia el Perú. Pero creo que más pueden nuestras ganas de creer en un milagro que salve al Perú, que nuestra capacidad de examinar de manera objetiva la trayectoria de este individuo. Los peruanos cometemos este error una y otra vez… siempre terminamos entusiasmándonos por un candidato. En el 85 fue Alan, en el 90 fue Fujimori y en el 2001 fue Toledo – pero ninguno nos trajo el milagro que queríamos… que nos hace creer que Humala lo hará?
Si somos objetivos y dejamos de lado nuestras pasiones, esperanzas y nuestra rabia por la marginación que sufren la mayoría de peruanos en el país, podemos encontrar algunas respuestas a esta pregunta.
Mirando la propuesta programática de Humala y escuchando sus discursos encontramos varios síntomas de demagogia. Humala se cree titular de una nueva ideología en el Perú: la llamada “ideología nacionalista”. Como para empezar de nuevo Humala nos propone erigir una Segunda República basada en un concepto de nacionalismo integrador y plantea la organización de una nueva Asamblea Constituyente que elabore las bases de su nueva República. Pero de que nos sirve una nueva Republica? Que beneficios le puede traer al Perú una nueva Asamblea Constituyente! El problema principal del Perú no proviene ni de las leyes, ni la Constitución – para que perder mas tiempo en este tipo de proceso?
Este tipo de propuesta es mesiánica y demagógica por esencia. Lo que necesita el Perú es una clase política honesta y trabajadora. Nada más! Olvidémonos de las grandes promesas de cambio y de los grandes discursos sobre los valores morales de la nación – basta ya!.
La retórica nacionalista de Humala es preocupante, porque toda doctrina nacionalista tiene un elemento fascista subyacente y no hay que perderlo de vista. Cuando inició su campaña política, el nacionalismo fue el elemento central del discurso de Humala. Su nacionalismo estaba dirigido indirectamente hacia Chile. Es cierto que los Peruanos tenemos cosas que reclamarles a los Chilenos, pero nuestro problema principal no son los Chilenos. Necesitamos políticos que puedan trabajar de manera pragmática para resolver los verdaderos problemas del Perú que son el desempleo, la corrupción y el hambre – y estos son problemas netamente Peruanos – de los que no debemos responsabilizar a nadie.
A medida que fue avanzando su campaña, Humala fue cambiando su doctrina nacionalista dándole un tinte cada vez más social, militante y colorido. En espacio de meses se había alejado de la retórica militarista y patriótica para manejar un discurso casi indigenista y democrático. Pero cuando creerle? Cual es el verdadero Humala?
Cuando leo y oigo a Humala me da la impresión que le pasa lo mismo que le ocurrió a Toledo antes de ser elegido. Toledo no tenía ninguna trayectoria política como militante por la democracia. Pero su elección se dio en un momento en el que el pueblo reclamaba el fin de la era autoritaria de Fujimori. A Toledo le cayó la retórica democrática como anillo al dedo y se abanderó de ella para ganar la elección.
De la misma manera, sin ser un líder de las bases, Humala logra apropiarse del discurso indigenista y anti-neoliberal emergente en Sudamérica y lo lanza como si esta visión fuera propia. Esto no es algo malo en sí pero sí es síntoma de un tinte oportunista preocupante. Lo cierto es que Humala no es ni Evo Morales ni es Lula da Silva. Lula y Morales llegan a sus respectivas presidencias después de una lucha larga e histórica de los sectores de la población más marginadas de Brazil y Bolivia. Su triunfo fue el triunfo de estos movimientos sociales y no un triunfo personal o de parejita – como se diría en el caso Humala. En su discurso inaugural en el Congreso Morales declaró:
“por eso estamos acá para cambiar nuestra historia, este movimiento indígena originario no es concesión de nadie; nadie nos ha regalado, es la conciencia de mi pueblo, de nuestro pueblo”.
La elección de Lula y de Morales tiene un carácter histórico, reparador y reivindicativo. Pase lo que pase durante estos dos Gobiernos – resulten bien o mal, la elección de estos dos líderes como Presidentes representa una ruptura del status quo y del monopolio del poder gubernamental por parte de las elites de estos países. A diferencia de Humala, en Bolivia Evo Morales no se reclama de una ideología indigenista, es el producto de ella. Gusten o no sus políticas y sus propuestas, la elección de Morales es histórica y trascendental para Bolivia – porque representa la conquista de un sistema político neo-colonial por los propios indígenas.
Si seguimos mirando alrededor, Humala tampoco tiene el recorrido de Kishner o la historia de Bachelet, en términos de su compromiso por la democracia o la lucha por los derechos humanos. Al contrario, existen hasta hoy serias dudas sobre su trayectoria en materia de derechos humanos que no han sido totalmente esclarecidas. Incluso algunas personas temen que de ser electo Humala pueda restringir ciertas libertades fundamentales, como la libertad de expresión. Estos temores nacen entre otros a causa de la formación castrense del candidato pero más que nada por el carácter moralista de su propuesta política.
En este sentido Humala se parece más que nadie a Chávez. Como él, su merito ha sido el haber liderado una rebelión militar - aunque más pequeña, por supuesto. La gran diferencia entre ambos es que Chávez tiene petróleo y con eso ha logrado asegurar su poder! Es cierto también que Chávez tiene sus méritos - ha logrado resistir dos intentos de golpe pacíficamente y ha logrado eclipsar el poderío de Estados Unidos sobre su país. Lo que también es cierto es que de ser elegido Humala se convertirá en un aliado clave y cercano de Chávez en las Américas. Como beneficiaria el Perú de esto es muy difícil de predecir, aunque sí preocupa que el Perú pueda replicar el modelo de poder autoritario y demagógico de Chávez.
Queremos creer en Humala porque queremos creer que en el Perú se pueden superar los problemas estructurales con milagros. Humala ha sabido aprovechar los sentimientos y las frustraciones de muchos peruanos cansados de la política – tal como lo hizo Fujimori. Si elegimos a Humala hagámoslo sabiendo que tomamos grandes riesgos de convertirnos nuevamente en un país autoritario, con una visión mesiánica y militarista del poder. Ni García, ni Humala solucionarán los problemas del Perú y es difícil saber cual será peor.
En el Perú estaremos a salvo el día que aprenderemos a evaluar a nuestros políticos por sus actos y no por sus promesas y discursos. Mientras tanto Humala seguirá siendo un síntoma y no un milagro. Y el que no me cree que me hable en 5 años.